La idea de la Tierra como un mero lugar de residencia
de un hecho fortuito llamado vida pierde progresivamente terreno a favor de una
visión en la que la vida es un factor determinante de las condiciones
fisicoquímicas que hacen posible su propia presencia, en la línea de la teoría
Gaia.
Son muchas las pruebas que demuestran que la tierra
sin vida sería física, química y climáticamente muy diferente a lo que
conocemos hoy. Sin la vida, todo el oxígeno que está en la atmósfera estaría
combinado químicamente formando principalmente agua y CO2. Esto
supone que los minerales de superficie estarían en estado reducido en
equilibrio con la atmósfera. La atmósfera terrestre sería casi toda CO2
lo cual supondría que por efecto invernadero la temperatura ambiente casi
podría hacer hervir el agua.
.
Imagen 1: Salvar el
Planeta Tierra está en nuestras manos.
Los suelos no escapan a esta lógica de la
interdependencia íntima entre lo vivo y lo inerte en nuestro planeta. Tenemos
el conocimiento suficiente para afirmar que el suelo no es un mero sustrato
inerte sobre el que se desarrolla la vida, sino que lo vivo en general y las
plantas en particular han sabido crear y estabilizar un medio idóneo para su
propia subsistencia.
La superficie muerta, puramente mineral que se puede
encontrar en la Luna, en Marte o en algunos ambientes de nuestro planeta, ni
siquiera recibe el nombre de suelo, sino que se le denomina regolito. En nuestro planeta, las
zonas de los desiertos “absolutos”, como el desierto del Sahara o zonas de alta
montaña se parecen bastante al regolito marciano.
Reservamos el término suelo para definir una
realidad estructurada y evolutiva que aparece con la progresiva implantación de
la vida vegetal y animal.
Siempre que haya una implantación más o menos estable
de formas vivas, el suelo comienza una serie de adaptaciones, de modificaciones
en su composición y estructura que, en base al concurso de otros factores como
la composición de la roca madre y el clima de la zona, y afectando a capas más
o menos profundas del sustrato, da como resultado una organización a la vez
estable y dinámica a varios niveles de escala, desde la estratificación hasta
la formación de agregados y micro agregados.
Es precisamente este carácter estable y dinámico del
suelo, aparentemente contradictorio, lo que asemeja los procesos edáficos a los
mecanismos fisiológicos que los
seres vivos desarrollan con la finalidad de conseguir una homeostasis, es decir, una
estabilidad sistémica basada en el control de flujos por retroalimentación.
Las raíces de las plantas, con su actividad
respiratoria y de intercambió iónico, las bacterias y hongos con su implicación
en los procesos de mineralización de la materia orgánica y de liberación de
nutrientes de la roca madre, los protozoos y metazoos con su función, entre
otras, de regular las poblaciones microbianas, sostienen, en permanente
interacción entre sí y con los elementos minerales del medio, un ambiente que
les es propicio para su propio desarrollo.
Imagen 1: Lombriz.
Si por medios químicos o de cualquier otro tipo se
elimina toda forma vida de un suelo, ocurrirá que, en un periodo cuya duración está
en función del clima, el suelo perderá su estructura y, en función de la
pendiente, puede erosionarse por completo dejando al descubierto la roca madre
Los seres vivos afectan a la mayoría de los factores edáficos.
Los factores edáficos se pueden dividir en
físicos y químicos:
Factores físicos
•
aireación
•
humectabilidad
•
estabilidad
frente al agua, el viento y otros factores erosivos
•
estratificación
•
agregación
•
albedo, por
tanto, temperatura diurna, nocturna y media
Factores químicos
•
pH
•
potencial
redox
•
concentración
de nitrógeno, fósforo, azufre y de otros nutrientes
•
prevalencia
de tales o cuales especies químicas de numerosos elementos
•
carbono
orgánico
•
disponibilidad
de metales pesados
(Información extraída de los apuntes
de Biología del Suelo del INEA)
Tal
como los seres humanos, las plantas también son seres vivos, para desarrollar sus
funciones metabólicas, necesitan nutrirse y un ambiente idóneo a su buen
desarrollo, que combine el estado óptimo de los factores físicos y químicos
mencionados anteriormente.
Si
tu huerta está construida en una parcela que no fue esquilmada pela agricultura
de sustracción, no debes preocuparte demasiado. La naturaleza es sabia y los
ecosistemas se autoajustan equilibrándose de forma natural. Claro la
agricultura es una actividad creada por el hombre, por eso es importante imitar
la naturaleza en nuestra actuación como hortelanos, en concretos es lo que hace
la Permacultura, Agricultura sin trópica, Agricultura Regenerativa, etc.
A
la hora de desherbar la parcela debes incorporar la materia verde al suelo o
hacer acolchado vegetal. Sería importante que produjeras tu proprio compost con
los restos de cosechas y desechos orgánicos de tu cocina y /o baño. El compost
es la forma mas segura de aportar materia orgánica al suelo, es un producto
tremendamente estable.
Si
no tiene compost, puedes incorporar estiércol de tus gallinas, si es el caso, o
comprar un abono orgánico ecológico, A mi me gusta siempre la idea de cerrar el
ciclo en la huerta.
Si,
por otro lado, sabes de ante mano el historial de tu parcela y sabes que fue
mal tratada o tus cultivos no se desarrollan de forma sana, quizás tengas que
hacer algunas enmiendas.
Considero
que no es muy importante pagar un servicio de análisis de suelo. Es caro y como
mencioné anteriormente, si cuidamos nuestro agroecosistema ele se reajustará y reequilibrará.
Te
dejo algunas opciones de correctivos orgánicos para tu huerto, en caso de
necesidad:
–
Harina
de hueso es un
fertilizante muy popular, rico en fosfatos que estimula el buen desarrollo de
las raíces (colocar guantes para aplicar);
–
Piedra
caliza dolomita es
utilizada para aumentar el pH del suelo, tanto para hacer que sea más alcalino
como menos ácido. En este caso es importante un análisis de suelo antes de aplicar;
–
Potasa es un potasio soluble procedente de una
fuente ecológica y es muy buena para corregir carencias de potasio. Ampliamente
usada para cultivo de tomate y frutales;
–
Potasa
de roca es una fuente
alternativa de fosfato y se presenta como un sustituto de los de origen animal
(harina de hueso);
–
Harina
de algas es un
fertilizante de acción lenta, especialmente rica en oligoelementos, buen
acondicionador del suelo, puesto que ayuda a crear la estructura del humus. Se
debe aplicar hasta 3 meses antes de plantar;
–
Madera
quemada también es una
buena fuente de potasio y en menor cantidad de fosfato. Mejor opción es añadirla
a la pilla de compost. La riqueza nutricional de este producto depende del tipo
de madera quemada.
Otra
forma de nutrir rápidamente nuestras plantas es la aplicación de abonos
foliares, pero, suelen durar poco, lo que significa que tendrás que repetir el
procedimiento varias veces.
Las
algas marinas liquidas, por ejemplo, son un tónico de acción rápida que se
pueden aplicar a cualquiera planta que padezca una deficiencia de nutrientes u
oligoelementos. Esta nutrición debe ser complementaria y nunca sustitutiva.
Para
hacer un abonado foliar rocía la superficie de las hojas, las puntas y el dorso
de estas, hasta que empieza a gotear.
La incorporación de materia orgánica al suelo
es primordial en agricultura ecológica.